lunes, 10 de agosto de 2009

Confirmado: los pingüinos no vuelan

La actualidad informativa hoy parece estar supeditada a un solo apellido: Moreno. Y no se trata de Mariano, ni de Francisco Pascasio, ni de ninguna otra importante calle de nuestra ciudad, menos aún, de viejas glorias del fútbol uruguayo. Se trata del derrotero de un funcionario público, que no creo vaya a quedar en la historia ni de la política ni del periodismo, como Mariano. Confieso que por primera vez en mi vida digo algo que creo puede llegar a ser cierto.

Este buen hombre aparece en todos los medios, pero no hablando demasiado, porque habla poco. Tampoco haciendo declaraciones grandilocuentes, porque no es su estilo. Sin embargo, ahí está, metido en el meollo todo el tiempo cuando alguna nueva estadística –o disparate- oficial está a punto de conocerse.

Ya lo dice el refrán: “la culpa no es del chancho”, y esto viene a colación de que en realidad al gobierno le viene bien que se siga hablando de él y de todo lo que de él nos quieren hacer creer que depende.

De modo que vemos a un tipo, como si fuera el único de esta tropa de corajudos patriotas, que todo el tiempo está siendo observado y perseguido por cuanto diario, revista, radio o televisión existe.

La gente es rencorosa. Todo el día pensando siempre en las mismas cosas es lógico que nos pongamos tensos y con ganas de tirar encima del acusado el peso de nuestras frustraciones. Así que Moreno, estás nominado.

Hoy, que me encuentro en Buenos Aires, aprovecho para contar que la gente por acá está ciertamente enojada con los pingüinos. Bah, no sé si todos. Pero estimo que los tacheros, desde que la tortilla se dio vuelta, no encuentran ningún pingüino oficialista. Claro, ¡no vaya a ser cosa que lo tiren del coche!, o directamente le saquen un ojo con el precio del viaje.

Los santacruceños, después de un veranito prolongado, nos encontramos ante la dificultad de alentar calenturas en la gente de la capi con sólo mencionar que somos santacruceños. Algunos, más reaccionarios, pensarán que fuimos montoneros. Disparate tras disparate.

Dicen que Dios está en todos lados, pero que atiende sólo en la capital. Yo quise intentar llegar hasta él para tener una entrevista exclusiva –o inclusiva, como le gusta decir a los funcionarios- pero en la mesa de entrada me dijeron que por ahora no sólo estaba restringido el paso de pingüinos, ya que también el de las ballenas distraídas que te miran con cara de “yo no tengo nada que ver con pingüinos”.

(18-07-09)