lunes, 7 de junio de 2010

Arbitrariedades

Si la Justicia tuviera que empezar a investigar los episodios de corrupción cometidos en los últimos años y llegar hasta las últimas consecuencias, probablemente, la Justicia sería la primera en caer. Al contrario, hoy se insiste en buscar la paja en el ojo ajeno.

La injusticia, en su cotidianidad, trae división, recelos, odios, violencia y esa necedad propia en algunos de no poder ver más allá de lo que el sometimiento permite. El miedo se convierte en el principal enemigo, con lenguaje propio. Terminamos por creer que nunca va a pasar nada.

El clientelismo político se burla de la Justicia porque ella jamás ha logrado meternos en la cabeza cómo tenemos que obrar, hacia dónde tenemos que ir, bajo qué reglas y principios constituirnos ante las atrocidades. El clientelismo está basado en préstamos donde se negocia en cuotas la dignidad que se va perdiendo gradualmente.

Las arbitrariedades cometidas contra los trabajadores no son otra cosa que el reflejo de la impunidad de esa Justicia sinvergüenza, que no quiere todavía mirarse al espejo. Que no quiere aún sacarse la careta porque sabe que se verá indigna, perversa y sádica. No se verá justa. Por lo menos hasta que otra Justicia ocupe su lugar frente al espejo.