martes, 25 de noviembre de 2008

Se negocia con el cuerpo

Leo en la sección Clasificados del diario: "Necesito alquilar: somos mi alma y yo. Pago hasta $ 450". Tan bien me cayó lo que leí, corto pero fulminante, que me quedé pensando en cómo todavía hay gente que genera algo distinto diciendo mucho con pocas palabras.
Está bien, no es que esta persona haya quemado su tiempo pensando en cómo puede conmover a propietarios de inmuebles, tampoco me parece que haya pensado en resumir alguna situación particular. Sin embargo, me dejó con la idea dando vuelta en la cabeza de dedicarle un espacio, una retribución o algo así...
No sé si era mujer, hombre, joven o adulto. Tampoco importa eso, más bien el mensaje, que de tan simple logró el objetivo de arrancarle una sonrisa o comentario a más de uno que lo haya leído.
Difícilmente pueda ayudar yo a esta persona a conseguir un alquiler a tan bajo precio, la situación que atravesamos con respecto al tema es compleja, como especulativo el sistema contra el que lidiamos, de modo que esta persona está ante un problema que evidentemente derivó en que resumiera en pocas letras un mensaje que incluso trasciende la propia y angustiosa necesidad.
"Somos mi alma y yo", la pucha, que bueno suena eso. Habla de la soledad, de la poesía, de la vida o de un instante muy particular de este individuo que se conjugó en un sencillo aviso clasificado.
Un viejo compañero y colega me dijo una vez mientras hablábamos de bueyes perdidos en la redacción del diario: "Cacho, dejá de filosofar mirá que con la filosofía no cerramos el diario". Seguramente algo así habrá pensado algún inmobiliario o propietario de casas en alquiler: "Lindo el mensaje, pero si él quiere alquilar con su alma, es otro precio".
Claro, es que en los valores no está contemplado el alma, es decir, no hay leyes que regulen la utilización del alma para un fin específico. En este caso, para combatir el insomnio, la soledad o sencillamente para llamar la atención de alguien en particular, la persona tuvo la brillante idea de añadirle originalidad al mensaje. Pero este mundo castiga con rigor la originalidad y seguramente no sólo el mensaje publicado significará dinero, también lo que vaya a venir a partir de ahora si es que quiere ir con su alma a comer a la pizzería, a tomar un helado, un café, si quiere ir a un recital o simplemente si quiere ir a la universidad a estudiar.
Digamos que se acaba de meter en un problema mayor, pues estamos ante una situación bastante más grave de lo que podíamos imaginar. ¿Cómo se le ocurre hacer negocios metiendo a su alma en el medio?. Para obtener ganancia o algún tipo de rédito beneficioso, los negocios tienen que estar siempre desprovistos de toda entidad ajena a la causa. Se negocia cuerpo a cuerpo, porque si se negocia con el alma, con el alma y el cuerpo te van a cobrar.
Desde este espacio, que entre otras cosas busca aunar actitudes en el intento de reducir ciertos costos económicos o espirituales en la vida de las personas, le aconsejamos a este buen hombre o mujer que aclare la próxima vez que el precio fijado en la publicación es realmente de 450 pesos, pero que aclare con letra mayúscula Times New Roman (tamaño 72) que eso incluye expensas, impuestos varios y, claro está, la libre utilización del alma.
Una vez que llegamos a finiquitar el negocio, ahí sí, que el alma aparezca en toda su dimensión y se emborrache en la soledad de las ideas, de la poesía y del mundo metafórico y apaisado de las personas que no desean vivir como el resto y a las que simplemente les importa vivir como quieren.

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